Es domingo. Nos espera una magnífica jornada en la que visitaremos la
Torre de Londres por la mañana, y destinaremos la tarde a visitar el mercado de Camden,
el canal de Regent’s y Regent's Park.
Comenzamos tomando la línea Northern del metro en dirección
sur, para enlazar con la roja que nos llevará a la estación de Tower. Salimos del metro, y seguimos las indicaciones que nos
dirigen a la Torre de Londres. La verdad es que es uno de los monumentos mejor
señalizados de Londres.
Hay cantidad de gente que ha tenido la misma idea que
nosotros, así que tendremos que afrontar las primeras colas, y las primeras
taquillas (aquí la entrada no es gratuita).
En éstas, merece la pena echar un cálculo mental para ver si
nos interesa adquirir entradas individuales o familiares, y si conviene que
las familias sean de 4 o de 5 personas. Podéis echar un vistazo a la web de la Torre de Londres, para haceros una idea.
Te puedes ahorrar unas cuantas libras si eliges bien el tipo
de entrada a comprar. Y vas a tener tiempo para calcularlo mientras esperas a
que te toque el turno de la taquilla.
Una vez adquiridas las entradas, y habiendo nuestros amigos
'adoptado' temporalmente a uno de nuestros hijos, entramos en este
palacio-prisión.
Atravesamos el arco de entrada y seguimos la muralla hasta llegar a la puerta de los suspiros.
Nos imaginamos a los reos llegando en barca a esta prisión a
través de este portón, pensando en que muy probablemente no volverán a cruzarlo
en sentido contrario, al menos vivos...
Atravesamos ahora otra puerta de la muralla, para entrar en
el patio principal del recinto, al que dan todas las edificaciones.
De entre todas las estancias, escogemos visitar en primer lugar las dependencias que albergan las joyas de la corona, antes de que las colas de entrada adquieran
más longitud, ya que el número de visitantes aumentaba de minuto en minuto. Tiempo habrá después de visitar el resto del recinto.
Mientras esperábamos para entrar (y menos mal que nos
decidimos pronto a ponernos en la cola) pudimos ver cómo los famosos beefeeters
hacían el ritual del cambio de guardia.
La cola avanzaba despacio, así que nos dio tiempo también de
admirar la bonita fachada del palacio donde está alojada la colección de joyas.
Entramos finalmente, y tras pasar por una serie de salas oscuras con paneles donde te van anticipando lo que posteriormente podréis ver, llegamos a las estancias donde exponen parte del maravilloso tesoro de la Corona inglesa: coronas, cetros, alhajas, vajillas, etc., donde enormes y brillantes piedras preciosas se incrustan en extraordinarias obras de arte realizadas en oro. Aquí no se permite hacer fotos, lamentablemente.
Salimos de la zona del tesoro, y dimos un paseo por el patio del castillo, observando los distintos pabellones que lo rodean, y haciéndonos fotos con los distintos actores que pueblan el recinto.
Casi todas la edificaciones eran visitables, pero verlas todas requería que destinásemos prácticamente el día entero a este lugar.
Elegimos para la siguiente visita la Torre Blanca, que dicen
que era el edificio más alto de Londres en el año 1000. Dentro de ella
encontramos numerosas armaduras, cañones, espadas, cascos y demás objetos
bélicos, con la particularidad de que muchos de ellos se pueden coger con las
manos, para mayor disfrute de los pequeños.
Tras salir de la Torre Blanca damos una vuelta por el patio
de armas, atravesamos la sala de las torturas y abandonamos el recinto, no sin antes ver los famosos cuervos, debidamente custodiados, ya que la leyenda cuenta que el día que desaparezcan lo hará con ellos la dinastía inglesa.
Una vez franqueada la muralla, nos topamos con el puente de
Tower Bridge, donde intentamos ganar un hueco frente al río para hacernos las
obligadas fotos delante del puente.
Desde aquí también se puede ver el edificio del nuevo ayuntamiento
de Londres, diseñado por Foster y comúnmente conocido por ‘el huevo del
alcalde’.
Y también hay unas estupendas vistas del río con la torre Shard al fondo. Se trata del edificio más alto de
Europa occidental, y está rematado de una forma un tanto original, que hace pensar que
está inacabado. La atracción más 'in' de Londres consiste en subir hasta su cima y disfrutar de sus vistas panorámicas. Puedes visitar su website aquí.
El puente de la Torre de Londres (Tower Bridge), que no hay
que confundir con el puente de Londres (London Bridge) también es visitable (ver aquí). En su
interior podéis ver la maquinaria del mismo, así como reproducciones a escala
de otros puentes famosos de todo el mundo. Dicen que es muy interesante, pero
pensamos que la temática no resultaría muy atractiva para los niños, así que lo
dejamos atrás, pendiente para otro viaje a Londres.
Era ya cerca de las 13:30 horas, y en la estación podemos
comprobar cómo nadie camina en sentido contrario. Esto es debido a que los
domingos cierran la estación hasta las 5 de la tarde, para evitar las
avalanchas que se producían de regreso al centro de la ciudad. Salimos a la
superficie, y descubrimos la marea humana de gente que se ha acercado hasta
este famoso mercado.
Era hora de comer. Nos animamos a hacerlo en un japonés, el
Wagamama, donde los niños disfrutaron enormemente comiendo con palillos. Al
resto también nos gustó.
Lo cierto es que más tarde veríamos que en Camden hay
infinidad de puestos ambulantes con comidas de todo el mundo que entran por los
ojos, y dicen que de bastante calidad. Sin embargo, necesitábamos sentarnos
tranquilamente un rato, para que los niños descansaran, por lo que creo que en
este caso tomamos una buena decisión, ya que la mayor parte de los puestos o no
disponen de sitios donde sentarse, o los que hay están todos ocupados..
Ahora íbamos a adentrarnos en este laberinto de tiendas y
puestos, absolutamente maravilloso. Para una completa información sobre el
mismo, podéis visitar este enlace.
Sin duda se trata de una de las visitas que más nos llamó la
atención de todo Londres, y de las que probablemente guardaremos mejor
recuerdo. Incluso a los niños les gustó la experiencia, tanto por la variedad y
rareza de los artículos expuestos, como por la propia ubicación del mercado, o
por las coloridas y extravagantes fachadas de sus tiendas.
Tras pasar un par de escasas horas en este maravilloso
mercado, era hora de regresar al centro. Para ello, optamos por seguir el canal
de Regent’s durante un kilómetro, aproximadamente, hasta llegar a Regent’s
Park.
Atravesamos primero la zona de los bares y
restaurantes que están próximos a las esclusas del canal, que sirven para
salvar el desnivel del río.
Hoy por hoy ya no pasan embarcaciones de gran calado, desde
que hace un tiempo explotó una de ellas, ocasionando numerosas bajas entre
personas y animales del zoo.
La verdad es que después del bullicio de Camden (a pesar de
que evitamos las horas de mayor afluencia, que son por la mañana), apetecía dar
un relajante y maravilloso paseo como este, por un entorno que bien parece que está a 100 km. de distancia de Londres.
Surcan el canal pequeñas embarcaciones con turistas, así
como otras de residentes, que están atracadas en las orillas del mismo. Unas
embarcaciones de forma alargada, adaptadas a la estrechez del canal, y
hermosamente decoradas.
Entramos en Regent’s Park por la zona del Zoo, que a estas
horas ya se encuentra cerrado, aunque se pueden ver algunos animales por encima
de los setos. Si os apetece visitarlo, podéis ver la página web del Zoo en este enlace.
Descansamos un rato tumbados en el césped, como hacen
numerosos londinenses, aprovechando el magnífico tiempo que nos iba a acompañar
durante toda la semana.
Llegamos hasta una zona de columpios y otras atracciones
para los niños, pero nos echaron enseguida los vigilantes del parque, ya que la
cerraban a las 20:00 horas. Está claro que no nos habíamos acostumbrado todavía
a los horarios de Londres.
Nuestra siguiente idea fue la de tomar algo en la ‘Salchicha
Honesta’ (The Honest Sausage), uno de los pocos bares que hay dentro del
parque. Pero también estaban recogiendo las mesas.
Proseguimos nuestro camino, atravesando avenidas de setos y
plantas ornamentales de este estupendo parque (puedes verlo con más detalle en
este enlace, que finalmente abandonamos por la
zona de York Gate.
No sabíamos muy bien hacia dónde dirigirnos para encontrar
un buen sitio donde cenar. Preguntamos a un hombre que se acercaba hacia nosotros
haciendo footing, y dio la ‘casualidad’ de que era español.
Muy amablemente nos indica que debemos dirigirnos hacia el
centro por la calle Marylebone High Street, y que en ella
encontraremos numerosos establecimientos de restauración.
Bajamos por esta avenida de edificios típicos londinenses, y
comenzamos a ver establecimientos donde cenar. Los niños insisten en que quieren
comer pizza, así que entramos en un restaurante italiano. Una buena
elección: pizza muy rica y excelente precio.
Bajamos hasta Oxford Street, donde nos encantó la
iluminación nocturna de las distintas galerías comerciales de la avenida.
Daban ganas de quedarse un rato más paseando por la zona,
pero los niños estaban ya cansados de este día tan ajetreado, así que optamos
por tomar el metro y volver al hotel.