El día de hoy lo teníamos destinado a la parte más
emblemática de Londres: cambio de la guardia en Buckingham Palace, Parlamento y
Big Ben, la abadía de Westminster y el London Eye. Era un día para llevar todas
las cámaras.
Justo en la puerta del hotel tomamos el autobús de la línea 76 que nos llevaría hasta el extremo oriental del puente de Westminster.
Se trata de un recorrido muy interesante, que pasa por la Bolsa de Valores, la catedral de San Pablo, los juzgados de Courts Inn, cruza el Támesis por el puente de Waterloo y acaba en la parada de Waterloo Westminster Bridge Road.
Aquí nos bajamos y nos dirigimos a cruzar el Westminster Bridge. Es una de las vistas más típicas de Londres. A la
derecha, aguas abajo, se pueden ver el London Eye, el puente de Hungerford Bridge,
y la estación de Charing Cross.
A la izquierda, aguas arriba, se distinguen el Millbank Pier y el edificio del Parlamento.
Y de frente, la torre del Big Ben. O mejor dicho, de la Big Ben. Porque el nombre no hace referencia al reloj, que es el más grande del mundo con cuatro esferas, sino a la campana que da las horas.
Tras hacer las correspondientes fotos, seguimos todo recto, cruzamos la plaza de Parliament Square donde a la izquierda divisamos nuestro destino para la tarde, la abadía de Westminster, y llegamos hasta la entrada al parque de St. James.
Se trata de otro oasis de paz y tranquilidad en el mismo
centro de Londres. Un lago con unas magníficas vistas a Buckingham Palace (o
quizás debería decirse al contrario), unos árboles plagados de aves y ardillas,
y unos espacios de hierba fenomenales para aprovechar los rayos de sol
estivales.
Atravesamos este encantador parque, y llegamos hasta The Mall, la gran avenida que conecta Buckingham Palace con Trafalgar Square. Convenientemente engalanada para el
desfile del cambio de la guardia con numerosas banderas del Reino Unido, la
calle enfila rumbo a Buckingham Palace,
que preside majestuosamente la avenida.
Se acercaba la hora del cambio de guardia, y debíamos tomar
una decisión. Hay dos opciones.
La primera es quedarse en el monumento del centro de la
rotonda, donde vais a ver cómo la guardia llega desfilando por toda la avenida
de The Mall, así como la entrada de otro regimiento
por Buckingham Palace Road. Aquí apenas si podréis ver el
cambio de la guardia propiamente dicho que se realiza dentro del recinto del
palacio.
La segunda opción es intentar coger una buena posición cerca
de la valla (primera o segunda fila), para poder ver todas las maniobras que
realizan los soldados.
A pesar de que llegamos con casi media hora de antelación,
la segunda opción era ya completamente imposible. Una gran multitud se concentraba detrás de las vallas, por lo que sólo pudimos acceder al monumento de la
rotonda central.
Desde esta posición , pudimos contemplar la llegada de la
guardia a lo largo de The Mall, así como
también de otro escuadrón que vino por Buckingham Palace Road. Una
vez que se acercaron al palacio, fue casi imposible ver nada más, dada la cantidad
de gente que se agolpaba para ver el espectáculo.
Sí se podían oír, que no distinguir, las órdenes que iban
dando los mandos a los soldados para el cambio de puestos. Las pocas fotos que
pudimos tomar desde nuestra posición las conseguimos subiendo los brazos lo
máximo posible, y disparándolas de esa manera.
La ceremonia se prolonga unos 40 minutos. Dado que no conseguimos ver gran cosa, decidimos salir de la rotonda central y tomar un café en un bar del Green Park. Para los que estén interesados en aprovechar este día para visitar el palacio de Buckingham, podéis visitar este enlace.
Cuando abandonamos este lugar para dirigirnos hacia la
abadía de Westminster, nos encontramos con el relevo de la guardia que volvía
al cuartel, y fue cuando mejor y más de cerca pudimos admirar su elegante
vestimenta.
A la vista de ello, quizás hubiese sido mejor haber madrugado un poco más y haber cogido sitio en la verja, ya que después existe la posibilidad de ver el desfile de vuelta sin agobios. O también haber visto el cambio de la guardia montada, como nos habían recomendado.
Atravesamos nuevamente St. James Park y llegamos hasta Parliament Square, donde pudimos observar el precioso
edificio-mansión de Dean's Yard, y nos pusimos en la
cola de la entrada a la abadía.
Aquí estuvimos unos 20 minutos en la cola (esta vez la
entrada no era libre, sino que tuvimos que pagar). Una buena oportunidad para
admirar la fachada y la torre de St. Margaret's Church.
Al igual que en el resto de sitios de pago, no se pueden
hacer fotos. Así que, liberados de la tarea de inmortalizar todo aquello que
nos gustaba, pudimos admirar el interior de esta magnífica abadía con más tranquilidad. Además, cogimos unas
audioguías para los niños, con el fin de que les resultase más amena la visita.
Destacan las innumerables tumbas de personajes célebres que
están enterrados en este lugar. Estuvimos buscando especialmente aquellos que
más atractivos pudiesen resultar para los niños: David Livingstone, Isaac Newton, Haendel, Charles Dickens, Purcell, Charles Darwin.
También nos gustó a todos la magnífica capilla de Enrique VII, con sus banderas y escudos. Y posteriormente pasamos al claustro, donde visitamos sus salas anejas. Puedes ver todo lo que te encontrarás en el interior de la abadía en este enlace.
Y tras una hora y media, y con los niños ya un poco
cansados, procedimos a abandonar este magnífico edificio.
Era hora de comer, y habíamos pensado para esta ocasión
hacer un pic-nic en un parque, al más puro estilo inglés.
Así que buscamos un establecimiento donde nos vendieron unos
sándwiches, compramos bebidas, y volvimos de nuevo a St. James’s Park.
El día era soleado, así que buscamos una agradable sombra en
el césped. Disfrutamos de este improvisado almuerzo, y tras descansar un poco,
nos dirigimos por la esquina noreste, nuevamente hacia The Mall.
Cruzamos el arco del Almirantazgo (Admiralty Arch), donde buscamos la famosa nariz, aunque sin éxito. En una de sus columnas el arquitecto esculpió una nariz, dicen que en honor de Eduardo VII, quien al parecer gozaba de un apéndice prominente.
Pasamos por Trafalgar Square, y bajamos por Whitehall para llegar a Downing Street. En el camino nos encontramos con la calle de Scotland Yard. No conseguimos ver ninguna cámara de seguridad,
pero aún así nos sentimos un tanto vigilados...
Seguimos bajando por Whitehall, y a la derecha nos topamos con el patio del Royal Horse Guards (Cuartel de Caballería), donde había un soldado de guardia, que posaba impertérrito ante todos los que nos hacíamos fotos a su alrededor.
Finalmente llegamos a Downing Street. En la entrada de la calle había una verja que impedía el paso al personal no autorizado, y sobre la que nos agolpábamos los curiosos para hacer fotos de esta famosa calle.
Finalmente llegamos a Downing Street. En la entrada de la calle había una verja que impedía el paso al personal no autorizado, y sobre la que nos agolpábamos los curiosos para hacer fotos de esta famosa calle.
Había también una cola de gente para pasar el control de la
policía. Probablemente estarían invitados a algún tipo de recepción o algo por
el estilo.
Seguimos calle abajo hasta el puente de Westmister, que debemos cruzar puente para dirigirnos hasta
el London Eye, no sin antes volver a fotografiar el Big Ben.
Ya en la otra orilla, aprovechamos para hacer unas cuantas
fotos al Parlamento, que nos ofrece una vista muy interesante desde este lugar,
aunque con la pega de tener el sol enfrente.
Era hora de montar en el London Eye. Existe la posibilidad de reservar con antelación las entradas a la atracción, ahorrándote unas libras. El problema es tener que decidir con anterioridad qué día vais a visitarlo, y dado que el tiempo es tan variable en Londres, es aconsejable realizar la visita un día que vaya a hacer buen tiempo. Por ello nosotros optamos por no hacer la reserva por anticipado. Así que pasamos por las taquillas (a estas horas de la tarde apenas nos costó 5 minutos de cola, pese a lo que habíamos leído al respecto), y adquirimos el billete conjunto
de espectáculo 4D, noria y crucero por el Támesis. Empezamos con la película 4D, que apenas
dura unos minutos, pero que resulta entretenida.
Salimos del bonito edificio del County Hall, que es donde se encuentran las taquillas, y como todavía el sol estaba bastante alto,
decidimos realizar primero el crucero. Así que fuimos hasta la dársena,
para montar en el ferry.
En los diez minutos que tardamos en montar, miramos de reojo
la noria que tenemos al lado, y donde subiremos dentro de una hora.
El recorrido en barco es bastante ameno, al menos si eres capaz de entender lo que va contando la guía en inglés. Si no, hay audioguías en varios idiomas a disposición de los viajeros. Además, si quieres echar buenas fotos, es ecomendable que te sientes lo más adelante posible.
Sale el barco remontando el Támesis, en dirección Sur. Pasa
por debajo del puente de Westminster, y puede admirar entonces el Parlamento y
el Big Ben desde el agua.
Aquí da la vuelta, y sigue su recorrido aguas abajo. Pasamos
nuevamente por delante de la noria, admirando desde el agua su altura (con
cierto temor por parte de los más pequeños), y seguimos el recorrido.
Cruzamos por debajo del puente de Hungerford Bridge.
El río gira hacia el este, y podemos contemplar la silueta
de los barrios nuevos.
El barco cruza por debajo del puente de Blackfriars, a cuyo lado se pueden ver las columnas de un proyecto de
puente que se iba a construir a su lado, y que finalmente se abandonó (en todas
partes hay obras a medias...)
Dejamos a un lado las galerías Grabiel's Wharf,
y también la Tate Modern, todo ello en la orilla sur.
Pasamos también por delante del navío de Sir Francis Drake,
expuesto en tierra firme, y de la reproducción del teatro de Shakespeare,
reconstruido a unos 100 m. de distancia de su ubicación original.
Lo siguiente que nos encontraremos será el barco de la
armada británica HMS Belfast. Es visitable, y bastante interesante
(puedes clicar aquí para ver la web del mismo),
pero a nosotros no nos dio tiempo de verlo en los siete días que estuvimos.
A lo lejos podemos visitar la torre Shard, el nuevo edificio
emblemático de Londres, que pasa por ser el edificio más alto de Europa
occidental.
Pasamos por debajo del Tower Bridge, y llegamos así a la
mitad del recorrido. Aquí, a la vera del nuevo Ayuntamiento de Londres, obra de
Norman Foster, y con forma de huevo, el ferry da la vuelta para regresar al
punto de partida.
Nuevamente cruzamos el maravilloso puente de Tower Bridge,
también visitable, y que dejaríamos para el siguiente viaje a Londres.
Dejamos a mano derecha la Torre de Londres que visitamos el
día anterior, y seguimos fijándonos esta vez en las atracciones de la margen
izquierda. Entre ellas encontramos los nuevos rascacielos de la City.
Ahora vamos a cruzar el London Bridge. Muchos confunden este
puente con el Tower Bridge. Es un puente funcional, sin nada de ornamento, y
bastante moderno, ya que el antiguo fue comprado por un multimillonario
estadounidense que lo instaló en un lago próximo la ciudad de Lake Havasu City, en Arizona, donde se
puede visitar actualmente.
Ahora pasamos por debajo del puente peatonal del Millenium Bridge, rezando
por que no se nos caiga en la cabeza mientras lo atravesamos. Se trata de un puente
que une la Modern Tate Gallery con la catedral de St. Paul. Tiene como
particularidad que los cables que lo sujetan están por debajo, y no por encima
del puente.
El día de su inauguración estuvo a punto de caerse. Según
las personas que tuvieron la mala fortuna de atravesarlo en su día, por culpa de un
defecto en el diseño de Norman Foster. Según éste, debido a la extraña forma de
andar sobre él que tienen los londinenses...
En todo caso, no deja de ser un puente bonito para ver y
fotografiar, sobre todo por la perspectiva que presenta con la cúpula de la
catedral de St. Paul al fondo.
Seguimos con el crucero, para pasar por delante de los
jardines de Victoria Embankment Gardens y el obelisco egipcio de Cleopatra's Needle, que no encontró mejor acomodo que
este lugar, frente al Támesis.
Se aproxima el fin del trayecto, el barco atraca en el
muelle, y nos disponemos a subir a la noria. En el mostrador de la taquilla nos
habían indicado que había un pase directo para los que cogíamos la entrada
conjunta a la noria y el barco, así que buscamos ese acceso directo.
Pero no lo encontramos. No sé si se trató de que ya era un
poco tarde, o si es que no nos entendimos con la persona que nos atendió en el
mostrador. El caso es que nos tocó ponernos a la cola.
En un principio asusta un poco toda la gente que está
esperando, pero la verdad es que avanza muy rápidamente. Como en cada cabina
entran unas 20-25 personas, apenas si tardamos unos 10 minutos en montar.
Los niños, que tenían ciertos temores sobre cómo entrar en
la cabina, ya que ésta está funcionando continuamente, vieron que se podía
acceder a ella sin problemas.
Si bien es cierto que la hora no era la más indicada para
disfrutar plenamente de la vistas, pues el sol aún estaba bastante alto y
entorpecía la visión hacia el oeste, la verdad es que aún así el espectáculo
desde arriba era bastante interesante.
Como las cabinas están bastante cubiertas y el movimiento de
las mismas es apenas imperceptible, no da ningún miedo montar en la noria. De
hecho, los niños disfrutaron bastante del viaje, y también se animaron a echar
algunas fotos.
Salimos de la noria, y nos propusimos dar un paseo por la
vera del Támesis. Hay un agradable paseo peatonal, en el que te pueden
encontrar todo tipo de eventos y actuaciones.
Así, por ejemplo, nos encontramos con un coro de estudiantes
que cantaban como los ángeles.
Pasamos también al lado del centro comercial donde se integra el Royal Festival Hall, lleno de terrazas al aire libre, que estaban abarrotadas en estos días calurosos de
verano, y seguimos avanzando un poco más, hasta dar con Gabriel's Wharf. Aunque las tiendas ya estaban cerradas, encontramos un pub
acogedor donde cenamos estupendamente en unas mesas al aire libre.
Salimos del restaurante, ya de noche, y seguimos paseando
por la ribera sur del Támesis, hasta que atravesamos el río por el puente de Blackfriars.
Aquí cogimos el metro, en la estación de Blackfriars, para volver al hotel.
Que bellas imagenes, ideal este blog para turistas.
ResponderEliminarMuchas gracias. Me alegro de que te guste. Saludos!
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